Espesa y caliente.
Coagulándose en tus manos.
Puede que no pares hasta morir desangrada. La sangre se desliza por tus oídos y se abre camino en una rambla muda azotada por la tempestad entre tus pechos. Y baja abajo, abajo y abajo, y más abajo.
Y se hunde en el precipicio de tu ombligo y te recorre la cintura como un abrazo de muerte, una cadena de oro rojo que te envuelve como una diosa de porcelana brillante.
Coagulándose en tus manos.
Puede que no pares hasta morir desangrada. La sangre se desliza por tus oídos y se abre camino en una rambla muda azotada por la tempestad entre tus pechos. Y baja abajo, abajo y abajo, y más abajo.
Y se hunde en el precipicio de tu ombligo y te recorre la cintura como un abrazo de muerte, una cadena de oro rojo que te envuelve como una diosa de porcelana brillante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario