domingo, diciembre 04, 2011

mi si sol re la mi

Don't know why or how, the wonder still draws me. Cannont stop it. The hunger, the overwhelming need.


martes, noviembre 29, 2011

Tenía la firme intención de huir vilmente, por la puerta de atrás, si es que existe algo como eso aquí.
Pero la marea fluye, y, a veces, necesitas anclarte en algo que, aunque ya aborrecido, te resulte al menos conocido. Las sillas que se convierten en fuerte tapadas con una sábana, el montón de ropa arrugada listo para planchar, el armario.
Pero nunca, jamás (quizá mañana o quizá ya pasó o quizá, simplemente quizá) bajo la cama.


jueves, abril 07, 2011

Algo así, o no, o qué sé yo.

La vuelta a casa.

A casa.

¿A qué casa?

A una habitación que dejó de pertenecerte hace tanto tiempo que ya ni recuerdas en qué momento fue tuya. A pósters, libros y zapatillas extrañas. Invades espacio ajeno. Finges alivio de haber vuelto. El hijo pródigo.

Pero lo sabes.

Casa es donde me encuentres tú. Y qué triste es eso joder.

lunes, marzo 07, 2011

Volver a casa, a la casa de tus padres. La primigenia.
Escuchar las olas y ver las palmeras.
Estar enferma, irte a la playa en otoño con una tumbona y sentarte al sol.
Los pies enterrados en la arena húmeda, húmedos el pelo y la piel. Transpiras.
No hay nadie, o sí, pero estás sola.
Sola con tu tumbona, con el Sol y el mar. (Y ya no) se elevan los gritos con la marea, barriéndolo todo a su paso.
La vista fija en el horizonte.
Los sonidos se vuelven cada vez más graves. Voces rotas, afectadas y llenas de sal siguen moviéndose, balbucean aunque tú no entiendes lo que dicen.
Quizá sea el bramido del agua que te ensordece, puede que nadie hable, ni grite. Que no haya golpes.
Sentada con los pies húmedos y el pelo y la piel. Sin moverte.
Respiras.

jueves, febrero 24, 2011

Lo que no se dice no existe

Y lo que lo hace insalvable es precisamente el hecho de pensar que lo es.

jueves, enero 27, 2011

Jacqueline was seventeen...

Estaba en una habitación muy iluminada, de paredes blancas. El suelo estaba recubierto de losas irregulares.
Se encontraba sentada en una silla, en medio de la habitación.
Cogió un lápiz con la mano derecha y lo metió en un vaso de agua que sostenía con la otra mano.
Imaginó que el agua no era agua sino ácido, que no mojaba el lápiz, lo corroía.
Sacó el lápiz y lo chupó.
El vaso se hizo añicos en el suelo.
Frotó el lápiz de madera contra sus encías hasta que notó el sabor de la sangre.