Pero la marea fluye, y, a veces, necesitas anclarte en algo que, aunque ya aborrecido, te resulte al menos conocido. Las sillas que se convierten en fuerte tapadas con una sábana, el montón de ropa arrugada listo para planchar, el armario.
Pero nunca, jamás (quizá mañana o quizá ya pasó o quizá, simplemente quizá) bajo la cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario